miércoles, 24 de febrero de 2010

De esas sensaciones que no quiero sentir

¿No habéis vivido alguna vez una de esas etapas en las que los días pasan, todo fluye, todo es maravilloso… hasta que por azar, algo pasa y todo se empieza a tambalear? Es algo parecido o mejor dicho, es una sensación similar a la que sientes cuando estás en una fiesta fantástica y de pronto aparece ese ser que no te apetece ver…
Estos últimos días me he dedicado bastante a la observación. En ocasiones, he notado que las cosas / personas / sucesos/ situaciones momentáneas… pueden llegar a atacar nuestra estabilidad emocional y anímica de manera casi instantánea. ¡Debemos estar alerta!

Ayer mismo, por poner un ejemplo: Estaba tomando algo con una persona nueva, casi desconocida, pero realmente interesante. No sé cómo ni de qué manera dos personas totalmente diferentes como él y yo llegamos a conectar maneras de pensar de manera casi estudiada. Charla intensa y unas copas. De pronto, pantalla de móvil que se ilumina con unas letras poco habituales en las que pone “Llamada”. Quizá el error fue mío, pero descolgué.

- “¿Hola?” (…)

¡Carai! Una buena amiga que ahora mismo está lejos de casa. Le comento que me alegra mucho escuchar su voz. Me dice que tiene alguna paranoia de esas que a veces nos pillan a muchos por sorpresa. Me empieza a decir que todo es un poco aburrido, que la vida es un asco, que todo es una mierda, que está hasta las pelotas, que vaya con el curro, que si los chicos siempre igual… (Vaya…lo que para mí es simple dramatismo cómodo irrumpiendo en mi momento de excelencia).

Quizá sea egoísta pensaréis… pero quizá simplemente sea selectiva.

Siento decirlo así y espero que con todo el cariño entienda mi expresión. De hecho creo que la conozco y me conoce tanto que estará riendo hoy al leerlo, una vez reflexionada esa rabieta de antaño.

El tema es que le comento la situación: “Oye nena…no puedo mantener justo ahora ese tipo de charla. Fuera del local está diluviando, no puedo salir justo ahora para escuchar eso. No puedo mantener una charla entrecortada desde la otra punta del mundo y creo que es algo para hablar en otro momento”. Le comento que quizá fuera mejor que me escribiera todo ese cúmulo de sensaciones. De hecho, cuando uno hace lista de situaciones como la de mi amiga se da cuenta de que a veces las cosas no son para tanto. Yo evidentemente, le digo que trataré de leerlo muy atentamente y le mandaré una reflexión que pueda hacerla sentir mejor.
El tema es que ese correo me llega. Pero me llega sin contar nada de la problemática. Me llegan unas líneas de ataque personal hacia mi y sobretodo hacia mi manera de responder a esa llamada. Me siento un poco triste de que la situación termine así. Me paro y reflexiono. Y creo que no es para tanto. Quizá sí que yo tendría que haberlo dejado todo y pasarla a ella a lo primero. Quizá la otra persona que estaba conmigo en el local no se habría sentido molesta. Quizá mi amiga debería de entender que no siempre los demás disponen del momento para nuestros antojos. Uff cuánta opción… bueno, después de todo es un buen aprendizaje:

Para mi las personas no funcionamos a unos niveles emocionales iguales. Quizá para ella ese momento era vital y yo tendría que haber abandonado todo y salir corriendo, pillar el primer vuelo a China y llegar con muchos cleanex y chocolate para destrozar ese mapa de vida creado que resulta que es una mierda. Lo siento pero no. Creo que debemos ser capaces de gestionar nuestra situación a cada segundo porque si no ese tipo de cosas se dan. Y a mi también me pasa, no te creas… pero procuro analizarlas casi al instante y darles sólo la importancia que tienen. Si es que la tienen. Y no, no es fácil. Evidentemente que a todos nos gusta compartir esas emociones con una voz amiga pero pienso que antes de eso debemos compartirlas con nosotros mismos.

Es similar a lo que ocurre cuando te hacen esperar (ya sabéis los que me seguís que para mi el tiempo es algo muy importante y el hecho de que lo pierda inútilmente es algo que me cabrea sumamente y que debo gestionar constantemente, y lo hago… de cabreos de semana y media he pasado a cabreos de cuarto de hora, y estoy ya bajando a los trece minutos…). El otro día mismo nos vale como ejemplo de esto: Quedo para cenar. La otra persona no tiene medios de comunicarme que se ha encontrado con un imprevisto y que llega tarde. Quedamos a las nueve. A las nueve y veinte minutos recibo una llamada de “lo siento cariño llego un poco tarde, no he podido avisar antes”. En este punto yo tengo dos reacciones, dos opciones claras:

Opción 1:“Nos puede pasar a todos y realmente no tenía medios ni cobertura para avisarme antes, si no lo habría hecho. Pobre… seguro que también tiene muchas ganas de llegar a casa y cenar. Buen rollo, buenas vibraciones. Así pues, aunque un poco más tarde, todo puede pasar ahora tal y como se había previsto. Simplemente he estado unos minutos esperando”

Opción 2: “¡Joder, vaya puta mierda! Llevo aquí veinte minutos con un frío de la ostia! Porque claro, me avisa ahora… pero ¿cuánto tiempo tardará aún en llegar? Podría haber ido al gimnasio, podría haber pasado por el súper…Joder… poco tiempo que tengo, me organizo para celebrar esta cena que me apetecía tanto y ahora qué… Ya estoy de mala leche, y encima el tío va y me dice que no pasa nada y que si quiero lo dejamos para otro día”.

¿Qué opción me es más útil?

Yo no estoy en la cabeza de las otras personas pero es evidente que ninguna de las dos personas ha estado entrenando, ni yo tampoco, para que las cosas se sucedan de determinada manera. Es más, yo no sé qué puede haberle pasado a mi pobre acompañante de cena. Si en vez de alargarse en una charla se hubiese estampado con el coche o estuviese en el hospital, ¿me habría cabreado? Entonces, si puedo escoger la opción primera, ¿por qué no hacerlo?
Es lo mismo que la amiga que está en China… ¿sabes tu cómo me encuentro yo aquí y ahora? ¿ Mis emociones y mis estados van al mismo ritmo que los tuyos?

Creo que es importante entender que las personas no bailamos todas al mismo ritmo en el mismo momento. No sé por qué uno llega tarde, no sé por qué está lloviendo y no puedo salir… no lo sé pero quizá mañana sea yo quién llegue tarde o sea el hombre del tiempo el que se confunda. No sé si cuando llame a mi amiga realmente estará disponible (años atrás no habría tenido ni el teléfono…) No sé ninguna de esas cosas pero creo que es necesario revisar ese tipo de reacciones, ese tipo de sensaciones que no tenemos porqué sentir. Siempre tienes opciones, elige la que sea más útil para ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario