Me estoy tomando un cortadito en mi terraza favorita. Es algo que hago a menudo. No no… no tomar café… si no hacer cosas para mí, cuidarme todo lo que mi cuerpo, mi mente y mi espíritu son capaces de resistir. Tengo una horita para mí, porque en breve llegaran unas buenas amigas con las que he quedado para comer. Mientras estaba aquí he oído un chasquido, unas llaves que caían al suelo. Me he volteado y he descubierto a una pareja de ancianos, compartían el periódico y mientras el caballero leía los titulares más destacados, su esposa, que por cosas de la vida deduzco no tiene tanta buena vista como su marido o por lo menos, eso me dicen sus gafas muy graduadas, escuchaba muy atenta. Después de leer el titular, ambos discutían la noticia, con respeto y escucha activa hacia el otro.
He visualizado una cena de hace algunos meses. Compartía una de esas pizzas increíbles de bacon y queso con alguien especial, y he recordado que ese día ambos ancianos estaban haciendo lo mismo, en una mesa cercana… leyendo el periódico y discutiendo sucesos a la par. Lo cierto es que he esbozado una sonrisa, y mi mente siempre inquieta, ha pensado que quizá esto del periódico sea una rutina favorable, algo que la pareja de ancianos hace a menudo, algo que los une y que es para ellos; algo que les permite compartir diálogo, compartir opinión y compartir compañía.
Lo cierto es que quizá sea una bobada muy grande pero para mi ha sido todo un detalle. Me ha hecho pensar… pensar en lo importante que es buscar esos nexos entre las personas.
Muchas veces nos quejamos de que las cosas se vuelven monótonas, rutinarias, de que la vida se hace aburrida y de que el día tiene demasiadas pocas horas… yo creo que no es así. Y de hecho el camarero del bar, otro buen amigo, me lo acaba de corroborar. En uno de sus pases para traer café me ha preguntado que qué estaba haciendo. Ha visto uno de los libros que suelen acompañarme estos meses, un libro de oposiciones para los alumnos a los que estoy dando clase. Me ha dicho ahhhh estás con esto ahora.. y yo le he dicho si y no… ahora estoy escribiendo. Su cara ha quedado un poco dudosa y me ha lanzado una pregunta que recibo a menudo y que no os negaré… me da un poco de rabia:
“¿Ya tienes tiempo para todo? No sé cómo te lo haces…
Aunque a veces me canse esa pregunta y esa duda al aire de si tengo o no tiempo, de si mi mente y mi cuerpo van a resistir o no mi ritmo… en el fondo es algo que me alegra o algo a lo que le encuentro la gracia. Creo que el día tiene las mismas horas para ti que para mí, son 24… y creo que tampoco es cuestión de vivir una vida cara… un café o un chino para comer a veces es mucho más económico que cualquier otra cosa.
Creo que es importante pensar en ello, en buscar cosas que te llenen a ti, en hacer igual que los ancianos, buscar esos nexos, buscar esas rutinas favorables y convertirlas en especiales y distintas a cada momento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
M'encanta, Lou!
ResponderEliminar