domingo, 20 de junio de 2010

TAN CANSADA…

Esta noche todo se me hace tan pesado, tan cansado, tan vacío que ya no sé ni siquiera por qué lo escribo. A veces me da rabia sentir ese tipo de sensaciones, sentir que debo parar para que algo evolucione, sentirme sola quizá, no querer sentirme triste. Quizá sea ese carácter ariano al que algunos se refieren, esa impaciencia en busca siempre de lo instantáneo. Desaparecer, rehacer, dejar de hacer, proyectar, dejar de dar, ser ausente, dejar de hacerte presente. Tantas opciones y tantos bloqueos.
Esta noche me siento sola. Y quizá deba de creer más en esa soledad abierta a la posibilidad, pero hay algo que no llevo bien, algo que cada vez me cuesta más, que cada vez se me hace más difícil. Se trata de tener paciencia si lo queréis, se trata de creer, de ver siempre el lado positivo, de creer que en un mundo perfecto toda imperfección se puede volver perfecta. Hoy no soy más capaz de sentir eso. Hoy empiezo a llenarme de vacío y no diré que me asusta pero os diré que me cansa.
Me siento realmente cansada, cansada de llegar a la misma encrucijada, al mismo punto en el que la historia se repite y al mismo punto en el que no puedo hacer nada porque nada depende de mi persona. A veces desearía no tener ese poder de ver más allá, de saber cómo acaban las historias. Sé que por un lado muchos pensaréis que esa es una gran suerte, que no debo preocuparme por nada porque dentro de mí las señales marcan la ruta pero sobretodo, me dibujan el resultado. Pero sé, a su vez, que por otro lado eso es una pequeña gran tortura, puedes ver dónde vas a llegar pero no puedes ahorrarte todo el proceso.
Hoy y ahora, estoy totalmente sola. La noche, el humo, el silencio, la pantalla. He llegado a casa sobre las tres de la madrugada, Buena compañía y buen vino. Buenas intenciones y buenos planes de futuros, pero todo ello… bajo la cena de la incertidumbre, del no saber al solitario. Y eso me hace pensar una y otra vez hacia donde estoy llevando mi tiempo. ¿Cuántas horas más voy a pensar en eso? ¿Vale la pena pintar un cielo azul cada mañana para aquél que no puede verlo? ¿No sería mejor abandonar las intenciones y dejar que sean las situaciones las que marquen los esquemas?
Creo que todos en alguna ocasión nos hemos sentido realmente cansados, asqueados incluso. Pensar y pensar, desear que algo evolucione y día tras día… un paso adelante y dos atrás. Y pienso, vuelvo a pensar… y cómo ya escribí en alguna ocasión, llego a pensar que pensar tanto no puede ser bueno. Entonces decido que debo salir de ese bucle que no termina. Y decido que cuando algo en mi mundo no funciona, no me interesa. Y me duele demasiado aferrarme a mí, dejar de pensar en cómo acabará un evento, en cómo será esa respuesta que en la espera me desespera mientras yo espero sola…

Y simplemente, decido poner pausa.

Amigo, cuando no encuentres la salida, pon pausa. Si… pausa. Me cuesta demasiado dejar de creer que todo saldrá bien a fecha de hoy y me cuesta porqué ya lo he creído en demasiadas ocasiones. Voy a poner pausa en ese pensamiento en concreto. Y voy a visualizar cómo será el resultado. Ahora que ya lo tengo, voy a cerrar los ojos mientras mi rostro anda sonriendo. No voy a pensar más en ello. Esta noche sólo hay sitio para el silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario