sábado, 26 de junio de 2010

VOLVER...

Me siento bien, quizás demasiado bien… Quizá este texto te parezca algo raro, algo extraño… símil de todas las sensaciones que ahora mismo tengo. Acabo de llegar a casa después de hacer cosas que pensé que ya nunca más haría. Creencias firmes, valores aposentados, sonrisas y buenos tragos.
Hoy me he dado cuenta de la importancia de volver. Pienso que cuando te enredas en alguna historia, cuando te metes en la cabeza un proyecto, cuando te mueves en un mismo ciclo… todo se vuelve común, estable y duradero. Avanzas en esa zona de confort, mueves fichas, puedes ser original para no caer en la rutina pero al fin y al cabo vives unas circunstancias concretas, te rodeas de las mismas sensaciones, y si… avanzas, mejoras… pero a su vez, cada vez que dibujas un nuevo paso “borras” los anteriores. Para mi es algo similar a la amistad, ¿Cuántos de nosotros tenemos a ese amigo que hace siglos que no vemos? Si… nos conocimos hace un tiempo y muy probablemente vivimos algo diferente durante esa época. Después conocimos otro ciclo social, nueva gente, y la se siempre quedó para cuando hace falta. Avanzamos, cambiamos y cultivamos.
Hace algunos días que voy pensando en ello. ¿Es mi entorno personal el que realmente quiero? ¿Me llena lo suficiente y yo llego a llenarles lo suficiente? Sé que algunos lanzaréis afirmaciones tales como “lo suficiente respecto a qué o a quién…” pero creo que podéis entender a qué me estoy refiriendo.
Hoy es viernes, empieza el fin de semana y no tengo plan. Bueno… quizá tengo demasiadas opciones pero sé que no me interesa meterme en esos enredos. Me paro y pienso, y en mi mente empiezan a dibujarse imágenes de antes… Vuelvo al pasado y me encuentro con otros rostros, con otras charlas, incluso con otros ambientes, otra música, otra filosofía y otra fiesta. Si… tuve una época juvenil de noches interminables, de conciertos llenos de humo, de ropas de cuero y de amaneceres al lado de la luna.
Y simplemente actúo. Algo diferente. Vuelvo a encontrarme con ellos, vuelvo a subirme en una 600cc, vuelvo a enfilar carretera, vuelvo a los conciertos, vuelvo a todo aquello. Siento penetrante el olor a quemado, observo la luz tenue corriendo a gran velocidad. Mi pelo se enreda al ritmo del motor, el cuero vuelve a desprender ese olor mítico de carretera desierta, de pelo largo, de mirada negra.
Vuelvo a casa y vuelvo a ese tiempo. Me doy cuenta de algo importante. Me doy cuenta de algo que también está en mí. Me doy cuenta de que uno no puede olvidar sus orígenes, y menos cuando no sabe dónde quiere empezar, de nuevo, a forjar raíces.
Me siento bien cuando vuelvo. Quizá no sea por mucho tiempo, pero seguramente sea el tiempo suficiente para salir de un presente, recordarte cuánto vales, cuánto te siguen queriendo. Creo que en ocasiones es bueno volver. Parecido a cuando en una juventud rebelde te vas de casa y por circunstancias que no deseas, debes volver. Habrás desgarrado el calor hogareño, habrás roto los esquemas, habrás presumido de tu independencia. Pero sea como sea, esa siempre será tu casa, tu familia, tu historia. Y pase lo que pase, por más que te lo niegues, sabes que dentro de ese mundo siempre seguirá la puerta abierta. Para ti, sólo para ti…

No hay comentarios:

Publicar un comentario